miércoles, 18 de agosto de 2010

LITERATURA INFANTIL

TEATRO DE TÍTERES
¿Qué es un títere?

"El títere es una metáfora en el teatro." Serguei Obratzov

"Es un muñeco y algo más... Ligado al hombre desde la más temprana edad de la historia, se ha mantenido a través de los siglos hasta hoy, época en que se le da cabida en muchos campos de la ciencia, del arte, de la filosofía, de la educación." Mané Bernardo

"El títere es un niño que se olvidó de crecer." Fausto Zulian

"Títeres de guante, criaturas del alma popular, hechos por sus manos, para la alegría y la paz, de trapo y de poesía, de ternura y papel." Otto Freitag

"Misterioso es el mundo en que viven los títeres. Es un mundo de fábula, de misterio, de irrealidad, de sueño. Es el dominio propio de los títeres. Aquí son auténticas y convincentes las criaturas más extrañas de la fantasía, ya sean figuras de fábula, espíritus celestiales o del Averno, espectros de la noche, duendes o animales y cosas inanimadas." Hans R. Purschkes

"El títere es una forma viva de expresión que emana automáticamente sus posibilidades expresivas de sugestión, directamente de su cuerpo, unidas a las posibilidades del ambiente en que se lo coloca y de la particular necesidad de imaginar que está dentro de cada uno de nosotros en un continuo crecimiento y aprendizaje." María Signorelli

"es un hermanito que cada día crece más, que sabe cantar, divertir a los niños, nos quiere de todo corazón." Rossana, 12 años.

y cerramos este intento de definir al títere, con la hermosa frase de una mamá:

"El títere es la parte visible del corazón del titiritero."


"El teatro de títeres es un arte teatral, siendo la característica principal y básica que lo diferencia del teatro vivo el hecho de que el objeto hablador y actor hace uso temporal de las fuentes físicas de los poderes vocal y motor que están presentados fuera del objeto.
Las relaciones entre el objeto (el títere) y las fuerzas del poder cambian continuamente y sus variaciones son de un gran significado semiológico y estético."

"Respetable público..."
Cuando con telón o sin telón el anunciador pronuncia esas dos palabras, comienza la magia de una forma del lenguaje que, evidentemente, nada o poco tiene que ver con otras expresiones del arte dramático.

¿Cuáles son las posibilidades y cuáles las limitaciones del habla de los títeres?
Aparentemente, los muñecos reproducen en sus expresiones y en sus movimientos al ser humano (aunque muy frecuentemente también personalizan a otros seres animados e inanimados), pero en cuanto comenzamos a analizar la psicogénesis de su lenguaje, nos encontramos con que -paradójicamente- con su enorme poder de síntesis, abarca un universo de sensaciones, emociones y comunica¬ción.

Y lo que no estaría bien visto o permitido, excepto en el código familiar y cotidiano, es aceptado sin críticas cuando el monigote comienza a decir "Respetable público..."

Pero, ¿quién es el "respetable público"? Para Javier Villafañe es sinónimo de "damas, caballeros y niños"; para Lorca "señores y señoras" o bien "hombres y mujeres"; para el chileno Roberto Espina "apreciadísimos espectadores". Es decir, quienquiera que sea el que se interese por el espectáculo de muñecos; eso sí, la frase indica un gran respeto por el público, sin distinción de clases.
Sabido es que la producción dramática específica para títeres es muy limitada; que siempre son las mismas obritas las que recorren plazas y salas pueblerinas, con categoría de clásicos del arte de los muñecos: ]uancito y María, Chímpete-Chámpata, El fantasma; y que aquellas escritas para escolares, con su moralina, la mayoría de las veces no perduran y ni siquiera llegan a entusiasmar a los niños.

¿Dónde reside la dificultad de escribir para títeres? Según Otto Freitag, en que no nos dedicamos suficientemente a descubrir la esencia de este arte, ya que escribir con un lenguaje de muñecos es hacerlos mover en su mundo convencional y único. y señala también que deberíamos aprender algo de los niños, de su síntesis, de su suelta fabulación.
Pero veamos, entonces, y sin que éste sea un análisis exhaus¬tivo, cuáles son las características del lenguaje titeril.

Figuras del lenguaje

• Exclamaciones: Prácticamente no hay obrita de títeres que no abunde en interjecciones y frases exclamativas.

"¡Ay, ay, ay! ¡Auxilio, que me muero!"
(Sopa de Piedras, J. E. Acuña.)

"¡Follón! ¡Malandrín! ¡Canalla!
¡Enamorando chiquillas!"
(El astrólogo y la niña, J. Villafañe.)

• Repeticiones: Como en ninguna otra manifestación dramática, la repetición parece ser un legado de los antiguos romances españoles, más si se tiene en cuenta el octosílabo, expresión poética popular también propia de las obras de títeres.

"Andando me voy, andando,
andando por los caminos." (Fausto, J. Villafañe.)

"¡Señor Sabio! ¡Señor Sabio!
Se me ha perdido otra rima." (id)

• Antítesis: La acción dramática del títere se mueve esencialmente con antítesis; pasa de la alegría a la pena, del grito al susurro; aparece y desaparece; características que también se reflejan en el lenguaje.

"Breve soñar por la noche
largo esperar con el día." (id)

• Paralelismo: Es también una figura propia del romance:

"Cuando un ojo se te duerma
el otro quede de guarda."
(La guardia del General, J. V.)

• Juegos de palabras: Tal vez lo que más seduce y encanta al público infantil.

"¿Quién puede vencer al Diablo
y a los guardias que vigilan?
¿Y a este Brujo embrujador,
señor de las brujerías?"
(El caballero de la mano de fuego,( J. V)

• El sinsentido: Quizá dentro de la misma figura del juego de palabras, sólo que éstas carecerán de un significado preciso; tendrán aquél que les dé el espectador.

"Comisario: -¿Qué quiere decir Chámpata?
Narigón: -¡Chímpete!
Comisario: -¿Y qué quiere decir Chímpete?
Narigón: -iChámpata!
(El pícaro burlado, J. V.)

• Fórmulas de iniciación o de finalización: Casi como el "había una vez", el género titeril tiene, en algunos autores, ciertas fórmulas ya esperadas por el público. Como el "niños, niñitos y niñotes" o "chauchito, chauchote", de Héctor Di Mauro.
Y, dentro de estas construcciones, los prólogos y los epílogos:
"Y así mi vida, señores
es una hermosa aventura.
Si parezco caradura
por burlarme de los malos,
piensen que es justo dar palos
al que siembra desventura."
(Sopa de piedras, J. E. Acuña,)


"¡La función ha terminado!
¡Seguiremos caminando
divirtiendo y alegrando
a los niños de otro lado!"
(Cuento del Afilador, Leónidas Barletta,)

• Fórmulas de conjuro: También es usual encontrar fórmulas con¬vocantes, a la usanza de los cuentos de brujas.

"¡Aristotelín! ¡Aristotelán!
¡Tirulirulín! ¡Tirulirulán!" (Fausto, J. V,)

• Estribillos: A veces, un estribillo da el carácter de la obra.
No gastes tantos lamentos
que nadie te escucha, niña."
(El caballero de la mano de fuego, J. V,)

• Refranes: Así como nuestro Martín Fierro, de tanto recitarse en fogones, generó refranes que luego se desprendieron del contexto general, bien podría decirse que con algunas obras -especialmente con las de Javier Villafañe- pasa lo mismo, aunque tal vez su ámbito se reduzca al mundo del teatro de títeres. Véase, por ejemplo:

"La que se pierde en amores
las largas lenguas estira."
(Una pieza con moraleja, J. V,)

"Por un amor que se muere
hay otro amor que vigila." (Fausto, j. V,)

"La manta que a dos cobija
a cuatro no quita el frío."
(Una pieza con moraleja, J. V,)

• La exageración: A veces premeditada, otras accidental como la que relata el célebre titiritero ruso Serguei Obratzov quien, al presentar su número del Consejero Titular se encontró con que le faltaba la botellita y debió reemplazarla por una de litro y cuarto, desproporcionada con respecto al muñeco, pero que causó hilaridad y aplausos. La exageración es una antítesis necesaria para crear el mundo mágico.

"Juancito: -¿Tenía cola?
María: -Sí, una cola larga, larga.
Juancito: -¿Tenía cuernos?
María: -Sí, Juancito, tenía cuernos.
Juancito: -¿Cuántos cuernos tenía el diablo?
María: -Veinticuatro, Juancito.
Juancito: -¡Ay, María! ¡Qué diablo más exagerado!"
(La calle de 105 fantasmas, J. V,)


• Deformaciones del lenguaje: Como decíamos anteriormente, al títere todo le está permitido, no sólo inventar palabras sino hasta deformarlas:


"Fantasma (al marido): Countas las gotas da agua
toudas las goutas caídas,
y al río lo crouzas tras veices
tras veices dorilla a orilla."
(El Fantasma, J. V,)


"Zoquete: -Buen día, pollito... ¿viste? Ya salió el sol.
Pollito: -Tí, mi papá lo ito talí.
Zoquete: -je, je, je. No, pollito, el sol sale solo, y además calienta gratis; por eso le dicen el pon chito de los pobres.
Pollito: -Tí, pero a ete ponchito lo ito talí mi papá."
(Padre hay uno solo, C. Martínez,)

• Rimas. Lenguaje rimado: Ya dijimos que el octosílabo tiene preferencia como molde, sobre todo en las obras de Javier Villafañe. Lorca utiliza en algunos casos el hexasílabo; pero aun cuando no esté escrita en verso, hay una tendencia a jugar con la rima.

Octosílabo: "Estas palabras me dijo
la noche de la partida:
-Voy a la guerra, mi alma,
quizá no vuelva con vida."
(Una pieza con moraleja, J. VJ

Hexasílabo: "Le darás el pie
cuando esté contigo.
Si me das dinero,
hará lo que digo."
(Retablillo de Don Cristóbal, F. G. LorcaJ

Frases rimadas:
"Zoquete (enojadísimo): ¡Quedó como nuestra amistad, partida por la mitad! ¡Adiós, Susana, pata
e' lana!"
(La media flor-versión libre-, C. Martínez

Moralejas: En algunos casos, moraleja; en otros, moralina; ambas aceptadas sin discusión -excepto en el caso de obras pseudodidác¬ticas-, porque las obras de títeres no sólo entretienen; también alertan a viudas, casadas, maridos, niños desobedientes y adultos petulantes.
"Vengan niños, vengan mozas
vengan casadas discretas,
que las obras que verán
son obras con moraleja".
(J. V)

"En casa del soltero no hay fantasmas". (El fantasma, J. V)

"Zoquete (al público): A muchos grandes les pasan
estas cosas por no saber escuchar a los chicos."
(El baño de Zoquete, C. M.)

Lenguaje mudo y gestual

Sin duda es el gran complemento, más bien, el verdadero "lenguaje" del títere. De ahí, tal vez, su enorme poder de síntesis y de comunicación; allí donde no llegan las palabras, llega el gesto, la "mirada", la intención del muñeco. Bien puede una obra desa¬rrollarse totalmente sin palabras, y con tal extraordinario efecto sobre el público, que éste guardará un silencio absoluto concentrado en los movimientos del fantoche.
Son clásicas y muy conocidas las obritas El pozo en la calle y El policía y el ladrón, y en la revista Títeres NQ 16, 1991, encontramos una Antología muda con las características de que el texto sólo registra los movimientos que deberá realizar el títere; tal el caso de El domador, de Martín Roo y de El perro y el árbol de Marcelo Gorosito.

Adaptación y versión libre

Un capítulo aparte merece el tema de la adaptación de obras clásicas para el arte de muñecos y el de la versión libre. Sólo diremos que, con respecto a la adaptación, el gran riesgo es no respetar el espíritu que el autor le ha dado en la forma original. No obstante hay bellísimas creaciones, como La Bella y la Bestia, de Ariel Bufano.
Cuando se trabaja con niños o adolescentes en Talleres de Títeres, es común improvisar, jugar sobre una poesía, un cuento, una canción; el lenguaje es inasible justamente por tratarse de improvi¬saciones y el resultado final por lo general dista mucho de la idea primigenia.
En síntesis, "el objetivo de la adaptación es conservar el contenido de la obra, no falsearlo. La versión permite otras liberta¬des, puede significar que las ideas de un autor sean el impulso para una obra prácticamente distinta y nueva." (Meschke, op. cit.)

Características de los personajes

Para finalizar, detengámonos en las características de los nombres de los personajes.
Rara vez en el mundo de los títeres, éstos tienen denomina¬ción propia. Cuando se trata de obras clásicas asumen papeles estereotipados, prototipos como el Diablo y el Fantasma, el Ladrón y el Policía, el Marido y la Mujer, el Viejo y la Niña, el Tío y la Sobrina. a bien se designan por su oficio o características: el Mago y el Payaso; el Vecino y la Vecina; Zapatero, Peluquero, Cocinero; Rey, Reina; Lobo, Zorro, etcétera.

En el caso de Juancito y María, estos nombres vienen a representar, desde muy antiguo, al hombre y a la mujer de pueblo.
Muy pocos títeres individual izados han pasado a la fama: Toribio de Mané Bernardo; Maese Trotamundos, de Javier Villafañe; Perurimá, de Acuña y, quizá con el tiempo, Zoquete, de Carlos Martínez.
Aún queda mucho por decir del lenguaje de los títeres, ya que no se ha abordado esa simbiosis que se da entre titiritero y muñeco.
Por ello, los conceptos de Otto Freitag vuelven a parecernos los más válidos:

"Ya dijimos que la acción juega un rol fundamental en los títeres. La palabra la acompaña como una lámpara, alumbrándole el camino. Podrán en algún momento excederse las palabras, pero será para impulsarlos nuevamente en acción. En eso se parecen bastante a sus primos, los dibujos animados.
No obstante, la palabra los completa y los enriquece, con la condición de adaptarla a su síntesis, a su movimiento, a su espíritu.
En el lenguaje de los títeres debemos abandonar todo lo accesorio, constreñimos a la síntesis de su máscara y movimiento, evitando, es claro, caer en la telegrafía. No. No es fácil escribir para muñecos. Es decir, expre¬sar ideas y sentimientos con ciertas palabras solamente, valiéndose de determinadas situaciones que encuadren en la naturaleza del títere y que den por resultado una obra de arte.
Sorprenden las obritas escritas por los niños, por la facilidad que tienen para expresar el lenguaje de los títeres y también para ubicar los personajes en la libertad de su mecanismo teatral. En realidad, ellos no ponen más de lo que atesora su cabeza. Pero para el teatro de muñecos, para comprenderlo y expresar su mundo elemental, esto es precisamente lo que nece¬sitamos ."

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